2018 – NOTA MES DE OCTUBRE «La música, una extensión de la inteligencia para los niños» por Pompilio Peña Montoya

Son muchos los estudios que hablan sobre las virtudes de la música en los niños, sobre todo si se les da la oportunidad de que aprendan a tocar un instrumento.
Por: Pompilio Peña Montoya

Se le atribuye a Platón la frase de que “la música es para el alma lo que la gimnasia es para el cuerpo”. Así pues la música tiene la facultad, como ningún otro arte, de llegar de forma más directa al corazón. Al final, y esto sucede con mayor frecuencia con la música clásica, las melodías pueden dar nombre a lo innombrable y transmitir lo que hasta entonces se creía desconocido.

Siendo la música un placer estético, es bien sabido que  puede causar efectos en el bienestar físico, mental y espiritual. Hoy los psicoterapeutas le dan la razón a los griegos, al afirmar que la música aliviana casi cualquier tipo de padecimiento o dolor.

Un estudio publicado en la revista científica British Journal of Ophthalmology, asegura que los niños que escuchan ciertas melodías de Mozart potencializan la creatividad, la inteligencia emocional y el desarrollo del pensamiento. La explicación parte del hecho de que estas melodías tienen la capacidad de abrir nuevas vías neurológicas que resultan en un mejoramiento de la capacidad intelectual. Aparentemente también tienen, y en especial en los adultos, la capacidad de evocar sentimientos y estados de ánimo que pueden ser de gran ayuda para controlar un dolor o un temor, e incluso la ansiedad que le acompañan.

Hay estudios que van más allá, asegurando que es de gran beneficio que una madre escuche música en el periodo de gestación, pues es en este periodo que el feto está desarrollando el oído, activando su sistema neuronal. Más adelante, con rondas infantiles, cuando el niño tiene sus primeros años, se recomienda realizar actividades lúdico musicales para estimular su capacidad de escucha, atención y concentración.

Aprender a escuchar 
La música no solo tiene la capacidad de contribuir al desarrollo de ciertas capacidades en los niños, también se le atribuye efectos terapéuticos, y puede contribuir a realizar cambios positivos en la personalidad de los niños, más aún cuando éstos son motivados a aprender a tocar un instrumento.

Los expertos aconsejan que los padres enseñen a sus hijos a comunicar sus emociones a través de la voz. Para llevar a cabo este paso es importante proponer juegos; uno de ellos es motivar al niño a que imite sonidos. En este periodo es indispensable regalarle instrumentos de juguete con los que pueda explorar diferentes clases de sonidos, ya sean de percusión, de viento o de cuerdas.

Los niños con estos juegos desarrollan su inteligencia musical permitiéndoles madurar talentos que pueden ser muy útiles a lo largo de su vida.

Inteligencia musical
Según el educador musical y coordinador de la fundación Amadeus, Jhon Fredy Noreña, cuando un niño ejecuta un instrumento, comienza un proceso de transformación positivo que a su vez estimula su proceso de formación, permitiéndole adquirir nuevas destrezas como la capacidad de interpretar y escuchar.

“Hay que tener en cuenta que la música es una actividad artística, lo que supone que el niño, con el paso del tiempo, va adquiriendo lo que nosotros llamamos ‘sensibilidad’, una característica que contribuye a destacar su capacidad de percibir las cosas, además de ayudar a que el niño comience a ver el mundo desde una perspectiva artística”, comenta Noreña, quien añade que uno de los mejores canales para esto es a través de la música clásica.

Según el violonchelista y educador Juan Camilo Zapata, director de la Escuela de Música de San Javier, los niños y jóvenes cuando comienzan a tocar un instrumento de orquesta adquieren la capacidad de la constancia y el esfuerzo individual, cualidades que se ven reflejadas en la escuela y en la casa.

“Los niños se vuelven más responsables y disciplinados, además de convertirse en personas que no son agresivas y que siempre están pensando resolver sus problemas de forma pacífica”, afirma Camilo Zapata, quien en la actualidad dirige una escuela que tiene 183 alumnos que están estudiando violín, viola, chelo y contrabajo.

A esta apreciación, Zapata, al igual que Noreña, piensa que uno de los cambios más radicales que experimenta un niño es cuando tiene la oportunidad de presentarse con una orquesta y frente a un público. Este primer contacto de ejecución musical motiva al niño o al joven a ser más constante, además de aumentarle la autoestima y la confianza.

“Hay que partir del hecho de que la educación musical es muy completa. Cuando los muchachos están aprendiendo a leer una partitura, están también aprendiendo matemáticas, pues en su sentido más básico la música lo es. Leer música agiliza la mente porque hay que leer secuencias musicales continuamente”, afirma Zapata.

Un niño que recibe educación musical también aprende a cantar y a tener una buena expresión corporal, ya que para la ejecución de un instrumento es muy importante la afinación y la interpretación, elementos que le servirán profundamente en sus vidas adultas.

Consejos importantes
Clara Solórzano, médica musicoterapeuta y directora de la Academia ClaraSol Música y Terapia, da a los padres algunos consejos:
-Procuren ponerle música a sus hijos  desde la gestación
con un criterio selectivo durante media hora diariamente (Mozart, Vivaldi, canción infantil).
-Cántenle mucho desde el estado intrauterino y desde pequeño enséñenle a expresar sus emociones a través de la voz y  comunicarse cantando.
-Regálenle instrumentos musicales sencillos como parte de sus juguetes.
-Enséñenle a percibir los diferentes tipos de música con un juicio crítico y propónganle muchas posibilidades de escucha diferentes.
-Propóngale juegos explorando su voz, inventando, identificando
e imitando sonidos.

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